LA ÉTICA MÉDICA Y GONZALO HERRANZ
Juan Llor Baños, MD.
Medicina Interna
Valladolid, España.
English Versión
Rev Electron Biomed / Electron J Biomed 2023;2:8-11.
Es conocido que Gonzalo Herranz, fue pionero de la ética médica, y que la llevó a las más altas cotas en la actuación médica. Su extraordinaria tarea en ese campo está llamada a prolongarse más allá de su fallecimiento, el 20 de mayo de 2021. Sus enseñanzas siguen, y seguirán, plenamente vigentes. A continuación, se muestra, a modo de ejemplos, unos comentarios que pueden justificar dichas afirmaciones.
Su amplia trayectoria profesional tiene dos periodos muy definidos y separados con fechas también muy señaladas. Pero lejos de constituir dos etapas independientes, son complementarias. Se puede decir que tras un lago periodo inicial dedicado al enfermo a través de la Anatomía Patológica, junto a la enseñanza de esa área de la medicina en la Facultad, fue madurando su nuevo proyecto profesional que se materializó sobre el año 1987 con la incorporación definitiva a la Ética Médica, área que, en esos años, era totalmente novedosa en la Medicina, y exigió de él dotes de pionero. Ese esfuerzo recibió al poco tiempo reconocimiento nacional e internacional.
El cambio de orientación profesional distaba mucho de ser rutas inconexas. Gonzalo Herranz, inicialmente ya destacaba por mostrar un perfil de madurez responsable en el ejercicio de la medicina, en su tarea investigadora y docente, dejando señaladas huellas de lucidez en los estudios que emprendía con una disposición abierta a desentrañar el contenido de verdad en esos análisis, facilitando con brillantez su accesibilidad. Esa característica era ya vivida de forma notable en su primera etapa y se fue haciendo más extensa a partir de que decide dedicarse a la ética médica.
Así explicaba el motivo de su cambio de orientación: “Durante decenios…, he seguido de cerca lo que publicaban las grandes revistas generales de Medicina: el New England Journal of Medicine, el Lancet, el British Medical Journal, y el JAMA… Entonces se percibía un mensaje de que hacer y enseñar “ciencia dura” no era suficiente. Tan importante como esa ciencia es lo que la Medicina significa como actividad humana. Resultaba claro que la ética médica es parte fundamental de la Medicina. Esto fue, por una parte, lo que fue me fue introduciendo en el ámbito de la ética en Medicina”1.
La tarea clínica que le absorbió en la primera parte de su labor profesional logró profundizar y forjar una notable riqueza de conocimientos que eran directamente aportados por los pacientes. No concebía la enfermedad desde presupuestos teóricos, sino de hechos cotidianos que exigía, en todo momento, el trato profesional con el paciente. Todo ello fue raíz que nutrió abundantemente su visión de la ética médica. La ética médica siempre estuvo asentada en el conocimiento profundo, objetivo y práctico, no teórico, que debe dar respuesta de calidad profesional, científica y humana a la vez, a la diversidad de situaciones en el que el enfermo se ve envuelto2. Esa es, su novedosa visión de la ética médica: de la calidad profesional del médico, a la vez científica y humana, es de donde emerge la verdadera ética médica, y no de unos preceptos o principios externos distanciados de esa profesionalidad e influenciados, con frecuencia, por corrientes de relativismo y utilitarismo.
Me he preguntado muchas veces por qué su personalidad y sus escritos en ética médica tienen esa indudable capacidad atractiva que no se desvanece con el tiempo, y predispone con facilidad a su difusión. Una serie de hechos pueden dar la clave a esa cuestión. Entrar en contacto con Gonzalo Herranz es entrar en relación con una persona cautivada en perseguir la verdad, buscada con el sacrificio que fuera menester.
Una vez que esa verdad en la ciencia médica mostraba sus luces, el ánimo en difundirla crecía sin de freno, sin importarle tener que vencer, con frecuencia, fuertes resistencias o la desagradable respuesta del silencio. Esas disposiciones tan arraigadas, hacen que su magisterio en ética médica esté elaborado con un criterio muy depurado y adquiera perfiles de perennidad para dar respuesta a una variedad de cuestionables escenarios éticos en medicina.
De por sí, la ética médica tiene unas raíz muy profunda y estable. La relación médico-enfermo se construye desde tiempo inmemorial a partir del respeto y la confianza mutua entre médico y paciente. Ese elemento nuclear en la actuación médica se mantiene gracias a unas inalterables constantes presentes ya en los históricos comienzos de la Medicina. La genuina relación médico-paciente sigue fundándose en los trazos maestros que le proporcionó el Código Hipocrático, cinco siglos antes de Cristo.
Otra característica añadida que da razón de actualidad a las enseñanzas de Gonzalo Herranz es la lucidez de sus planteamientos junto a la profunda solidez con que vienen transmitidos, que a su vez, provenían de la certeza convicción en la dignidad de la persona humana que mostraba su especial manifestación en el estado vulnerable y que exige una rigurosa respuesta de profesionalidad médica. Ahí el Profesor Herranz fue ejemplar maestro en dejar patente el fuerte compromiso que incumbe al médico. Indudablemente, son lecciones que refuerzan la actualidad de su enseñanza.
A esa actualización de la ética médica se une su esfuerzo en denunciar y desmontar científicamente la esencia del disimulo y la falta de veracidad que con cierta frecuencia se disfraza los postulados del mundo científico, con el riesgo inmediato de pervertir la correcta actuación médica. En ese sentido, no excusaba esfuerzo por dotar de rigor y claridad los hallazgos provenientes de la ciencia médico-biológica. Para él expresiones como “así está convenido” o “ese es el consenso establecido”, referidas a la ciencia médica no son, en absoluto, asumibles sin la suficiente crítica científica3. Esta consideración es un refuerzo más de la ejemplar vigencia de sus enseñanzas.
Emprendió proyectos de gran envergadura científica a nivel internacional, motivado por su especial interés en contemplar la realidad científica desnuda, despojada de ataduras y atavismos pseudocientíficos que son aceptados sin estudio crítico. En ese sentido, se puede estimar que, tras largo esfuerzo investigador en solitario, logró desentrañar y sacar a la luz pública la ficción, ampliamente extendida a nivel internacional, la falacia del “preembrión”, que a su vez, cubría, y aún ahora cubre, de pseudo legalidad la manipulación del embrión humano en las primeras etapas de la vida. He aquí una corta referencia con sus palabras:
“El autor (en auto referencia) llegó a convencerse de que mucha información utilizada en la bioética embrionaria no era fruto de un trabajo científico de observación y comprobación experimental, sino más bien de la repetición de ciertas explicaciones, sumamente inteligentes y racionales, pero imaginadas, no fundadas en observaciones rigurosas. Una vez más, ha ocurrido que, repetida machaconamente, una media verdad puede convertirse en dogma y luego en un ‘hecho’ incuestionable. Y, de este modo, cuando una media verdad es lo que todo el mundo piensa que sabe, el pensamiento, la discusión y la acción de todos quedan a merced de esa media verdad”4.
Su producción científica en ética médica es ingente. Aceptó con gusto el encuentro con múltiples entidades médicas y culturales de primer rango en Europa y América que le invitaban a dar cursos, intervenir en mesas redondas, congresos, etc., y dar formación a numerosos aforos sobre cuestiones éticas muy variadas: la vida perinatal, la fase final de la vida, los estudios genéticos, la donación de órganos, la ética de la investigación, los códigos deontológicos, la relación médico-paciente, sobre las facetas del trabajo clínico, la necesidad de formación continuada en medicina, y un larguísimo etcétera. Sus esfuerzos no admitieron tregua por su esforzado interés en iluminar la correcta actuación médica y denunciar los peligros de su degradación. La forma con que son expuestas sus lecciones constituye en la actualidad una riqueza básica para el ejercicio de la medicina. Sirva, en ese sentido, estas reflexiones que muestran la profundidad de su enfoque en temas neurálgicos de la ciencia médica:
“…muchos episodios significativos de la historia de la contracepción permanecen en la penumbra o han sido descritos sesgadamente. Ha llegado el momento de sacarlos a la luz, para ir construyendo una historia más equilibrada de la contracepción...”5. Para luego interrogarse: “¿Tiene interés, en 2020, tratar este asunto? La respuesta que parece obligada es afirmativa. Para empezar, porque conviene clarificar la historia, bastante confusa, de cómo nacieron esas palabras, lo que nos permitirá constatar, una vez más, cuán contaminada de datos inexactos y afirmaciones gratuitas anda la biografía médica.”6.
Un elemento aparentemente secundario de la carga de actualidad en sus enseñanzas, lo constituye el sostenido trasfondo de respeto, serenidad y optimismo que desprenden sus enseñanzas, aunque tuvieran que tratar cuestiones de inquietante repercusión médica y social. Son numerosas las citas que pueden probar esta constante. Las palabras siguientes sirven de muestra de la serena altura intelectual con que denuncia los crasos errores éticos de la corrompida concepción vigente en el mundo científico acerca de los primeros estadios del embrión humano:
“En 1955, Corner, que para entonces gozaba de una inmensa autoridad científica, volvió a presentar su vieja teoría, ahora más completa y detallada. Señaló sinceramente que se trataba de una teoría, un esquema dibujado con lápiz y papel para explicar imaginativamente cómo de un embrión originario pueden producirse dos embriones. En pocos años el modelo de Corner fue universalmente aceptado. Repetido miles de veces, ha terminado por convertirse en el sólido cimiento factual de la gemelación monozigótica. Sigue pareciéndome curioso que nadie haya sometido el modelo a una crítica fuerte. Pero cuando uno la hace, encuentra en ella tantos puntos débiles, debilidades que resultan insostenibles"7.
El Gonzalo Herranz ha dejado asentado hasta la saciedad, con ejemplos cruciales muy demostrativos, que un termómetro esencial de la salud de la ética médica es que toda aportación científica en el área médica debe ajustarse al aval de una crítica científica seria y contrastada.
Considero que la enorme enseñanza desplegada por Gonzalo Herranz en ética médica tiene un doble sumando de permanente vigencia. Un sumando, puede provenir del nivel de impacto científico, todavía por valorar adecuadamente, de sus investigaciones, como las referidas al embrión humano, o su historia critica de la contracepción. Otro sumando, es la innegable corrección científica expuesta con sencillez, elegante y atrayente.
Pero, quizá, la principal vigencia de sus estudios sea el atribuir a la propia Medicina un potencial y una riqueza de contenido que, correctamente encauzado, orienta, impulsa y proyecta el conocimiento científico en función del respeto debido al paciente
REFERENCIAS
1. Pardo JM., Al servicio del enfermo. Conversaciones con el Dr. Gonzalo
Herranz, Ed EUNSA, 2015, 23-24.
2. Herranz, G. Los enfermos, ¿son personas o cosas? Sobre la cosificación del enfermo. Conferencia en la Fundación para la Humanización de la Medicina. Ilustre Colegio de Médicos de Madrid, 1999.
3. Herranz, G. El embrión ficticio. Historia crítica de un mito biológico, Ed. Palabra, Madrid, 2013, 20-21.
4. Ibidem, 16.
5. Herranz, G., León-Sanz, L., Pardo, JM., Irala, I., Leyendo entre líneas. Una historia crítica de la contracepción, Amazon 2020, Introducción 8.
6. Ibidem, 10.
7. Herranz, G. El embrión ficticio, Conferencia, Pamplona (España) 15 de noviembre de 2014.
CORRESPONDENCIA:
Dr. Juan Llor
Medicina Interna
Valladolid. ESPAÑA
Mail: juan.llor.b @ gmail.com